Enfocando lo anterior hacia la cultura del área metropolitana, más exactamente el sector de la calle 30, es común ver cierto rechazo hacia los grafitis, pues las personas de clases media y alta las interpretan como manifestaciones revolucionarias que agradecen a los establecimientos de esparcimiento social, y dañan obras públicas, ya que el contenido de sus mensajes son dirigidos negativamente hacia la sociedad capitalista, sociedades de consumo, política, equipos de fútbol y en general su contenido textual es de rechazo, donde expresan rabias y frustraciones; otro motivo por el cual se confunde la gráfica popular con el grafiti es que pertenecen a la misma familia ya que ambas se dan el mismo soporte: la pared, así que para las clases medias y altas es un poco complejo aceptar este tipo de arte porque en el “esteticismo” que está establecido en sus conceptos de belleza, consideran las artes callejeras como kitsch, lo catalogado como kitsch refleja objetos y obras de mal gusto, en la ciudad estamos acostumbrados a la belleza del consumo, los medios de comunicación nos imponen patrones y modelos de belleza los cuales debemos seguir, y estos patrones estéticos no incluyen las artes callejeras. Para pertenecer y ser incluido en una sociedad se deben seguir los ideales de belleza no solo corporales si no también materiales, objetos, decoraciones de interiores y de zonas rurales, se debe tener cierto minimalismo en las decoraciones de los espacios públicos para tener sensación de amplitud y confort, en este orden de ideas, los grafitis no tendrían cabida en zonas rurales por ser considerados escandalosos, de mal gusto y kitsch, algo simplemente alejado del arte, “Este tema de lo kitsch nos permite entender como lo de mal gusto es tan común en nuestra cultura, y en la gráfica popular, al fin y a al cabo lo kitsch no es más que una representación de lo popular” (ficha #12)
Lo bello, conocido como, lo sublime, maravilloso y soberbio, es un adjetivo que utilizamos para calificar una cosa que nos gusta, existe un estrecho vínculo entre bello y bueno, lo bello seria aquello que aunque no sea nuestro sigue siendo bello, y si fuera nuestro nos haría felices; lo bueno, en cambio, es lo que nos gusta y queremos poseer, es aquello que estimula nuestro deseo, actos virtuosos que preferimos admirar a realizar, y es cuando hablamos de belleza, por que disfrutamos de algo por lo que es en sí mismo, ya que el sentimiento de belleza difiere del sentimiento de deseo. En ciertos periodos históricos, la belleza era una cualidad que podían poseer los elementos de la naturaleza y el arte era hacer bien las cosas que se hacían, de modo que fueran útiles, (de aquí, que tomas de Aquino considerara feo un martillo de cristal por el hecho de no servir para lo que fue creado) por esta razón se elabora la noción de bellas artes, la cual hacia distinción de la pintura, la arquitectura, la escultura y en la actualidad tendía cabida la gráfica popular, pues esta es considerada bella para sus creadores, y útiles para quienes contraten este tipo de aristas para realizar sus campañas publicitarias, pero por otro lado podrían no ser consideradas útiles por algunos públicos no objetivos.
Los murales son simplemente imágenes cargadas de contenido y significación, una imagen se define popularmente como algo que se parece a otra cosa, esto es una representación analógica principalmente visual, se entiende como representación, intencionalidad, expresión, construcción; se caracteriza por recrear la realidad, la inmediatez, ser una forma de expresión, ser significativa lo que la hace polisémica que se traduce en lectura múltiple de diversos significados; la lectura de la imagen se usa para enumerar, describir, esto nos lleva a una lectura denotativa, y también para realizar interpretaciones generales que conducen a una lectura connotativa.
Las pinturas medievales están llenas de luz, una luminosidad especial producida por la proximidad de colores puros: rojos, azul, dorado, plata, blanco y verde, sin matices ni claroscuros. Lo bello está constituido por el esplendor y las debidas proporciones, la belleza del cuerpo consiste en la armonía de tener los miembros bien proporcionados, con la luminosidad del color debido. Al igual que con el cuerpo humano, las representaciones graficas deben tener una proporción y equilibrio entre sus partes y diseños para que sean consideradas estéticamente agradables. El gusto por el color se manifiesta fuera del arte, en las costumbres cotidianas y adornos, ya que son combinaciones de varios colores sin especificaciones.
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